28 de agosto

Hoy cumpliría años mi tía Fila.
Ella sustituyó a mis abuelas que nunca actuaron como tales.
Ella era la abuelita que mis hermanos y yo nunca tuvimos.
Extraño su comida (la mejor cocinera del universo), sus bromas; la mas recurrente era la del huevo cocido, apenas entrabas a la cocina y te aventaba un huevo, y gritaba ¡cuidado!, hacías hasta lo imposible para que no se cayera, pero lo imposible no es suficiente, siempre caía al suelo, mi tía se moría de risa de nuestras caras, y siempre caíamos. Extraño sus palomitas, desde ir a comprar el maíz, poner la olla, el aceite y darle vueltas, esas eran palomitas de lujo. Extraño ir al mercado de Tlacoquemécatl para comprar la comida, como la gente la saludaba, y mi hermano y yo nos la pasabamos de pocamadre. En su casa podíamos hacer todo lo que en la mía no, mi madre lo sabía pero no pasaba nada, estaba permitido, los mejores años de mi niñez los pasé en esa casa, con mi tía. Ella murió en marzo de hace tres años. Una semana antes de eso, yo salía de viaje; el día que me fui, me despedí de ella. Fue la última vez que la vi.

Mientras escribía esto sonaba en las bocinas A sucerful of secrets de Pink Floyd.
Maldito winamp, siempre tan ameno, una maldita versión en vivo demasiado bonita para ser verdad.