jueves, noviembre 15, 2007

Un día de metrobus

¿Cuántas personas caben en un metrobus, o un vagón de metro, un pesero o hasta un taxi?
Son espacios donde las dimensiones cambian. Los cuerpos pueden ocupar el mismo espacio. Las suspensiones son eliminadores de gravedad y los frenos son anti-inercia. No importa cuantos vayan. El transporte funciona. La gente sigue entrando.
Pero de pronto todos desaparecen. Llegan a su destino. Tal vez toda esa energía acumulada los hace desaparecer sin que te des cuenta. Hasta que el metrobus esta casi vacío. Puedes flotar dentro y empezar a babear por la hamburguesa gigante que esta pegada en el anuncio al final del camión, aunque no te guste la comida rápida, pero hay algo ahí que se ve delicioso. Aunque no lo sea.



-Pronto (espero) subiré algunas fotos al flick. El fin de semestre esta a punto de atropellarme.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes a mí qué me gusta un buen del metro? Cuando va hasta su madre y llegas a una estación como chabacano en el peje-metro, que es el mejorcito, te le quedas viendo al otro vagón (ya ves que en ese metro los vagones están pegados por el gusano ese) y puedes ver cómo se menea peligrosamente cuando la perrada baja y sube... pareciera que se va a ir de lado. Me gusta ese efecto.

Mac dijo...

Cuando yo me subi al metrobus, pense que iba a aplicar la misma apachurrada que en el emtro, pero derrepente los que estaban adelante dejaron de intentar entrar y permitieron que el camión se fuera lleno, pero no sobresaturado, me parecio extraño, supongo que no siempre sucede eso.

the lines on my face dijo...

jajaja, no he puesto narraciones del metrobus, tal vez es porque siempre voy medio dormida ahí, y demasiado acalorada, jajaja.

Lodi dijo...

Uy autosardina...