(antes de lo del metro)

A veces pensamos que ya no queda gente decente en esta apocalíptica ciudad, que todo el mundo esta en su propio mundo y no le importa lo que pasa alrededor, esa insensibilidad provocada por ver lo mismo una y otra vez, ruido, contaminación, asaltos, violencia… caos. Pero el jueves comprobé que todavía hay personas. En la mañana fui a correr a los viveros, cuando regresé a casa descubrí que no traía mis llaves; regresé inmediatamente a buscarlas, pregunté en la caseta de vigilancia, y ahí las tenían. Alguien las recogió y las entregó. Nunca había perdido mis llaves, y espero nunca perderlas. Agradezco a esa persona que las levantó y llevó con los polis. No estamos tan perdidos.