lunes, marzo 27, 2006

Stanislaw Lem



Viaje vigésimo octavo
Pronto meteré estas hojas escritas en un barril de oxígeno vacío y lo tiraré por la borda al espacio, para que vuele en el abismo negro, aunque no me hago ilusiones de que llegue a manos de alguien. Navigare necesse est, pero este viaje desmesurado es capaz de agotar todas las resistencias, incluso la mía. Estoy volando y volando desde hace años y no se ve el final. Lo peor es que el tiempo se embrolla, se cruza, penetro en unas ramificaciones y bucles que no son ni futuro ni pasado, aunque a veces huelen a medioevo. Existe un método especial para salvar la razón en una soledad excesiva, concebido por mi abuelo Cosma, que consiste en crear en la imaginación una cierta cantidad de compañeros, incluso de ambos sexos, guardar la coherencia y conservar siempre a los mismos. También mi padre se servía de él, aunque a veces resulta arriestgado. En el silencio de la nave esos compañeros se vuelven demasiado independientes, hay dificultades y complicaciones; unos cuantos atentaron contra mi vida y tuve que pelear (mi camarote parece un campo de batalla), pero no puede interrumpir la aplicación del método por lealtad hacia mi abuelo.
Gracias a Dios murieron y ahora tengo un momento de respiro.

Diarios de las estrellas, viajes y memorias.

Gracias señor Lem.

2 comentarios:

Manolo dijo...

Para los que no se enteraron, este post en en memoria del señor Lem, uno de mis favoritos, de los pocos autores que puedo releer y releer y me sigo riendo cuando lo leo... murió ayer 27/03/06

Anónimo dijo...

si los que tenemos dos centimetros de frente nos enteramos y por lo menos llegamos a escuchar algo de este gran hombre.