Nunca pensé que lo vendería

Mi papá vendió su coche. Ese auto de toda la vida, en el que aprendí a manejar, mi hermano también, en el que aprendí un poco de mecánica, cambiar llantas, aceite, filtros y esas cosas que uno debe saber de coches. Un viejo coche modelo 81, con motor 89 y en mejores condiciones que algunos coches 'nuevos' de varios amigos, pero se hartó y lo vendió. Antes casi no se usaba, tenía una camioneta, pero se la robaron y dijo que nunca iba a comprar otro coche, un año después estrenaba otra camioneta y el coche se volvió a guardar. Cuando empecé a manejar me lo prestaba y algún tiempo yo lo traje, y le tomé mucho cariño, hasta que le robaron la otra camioneta, me quedé sin coche (no es que lo usara mucho, pero cuando llueve no es muy seguro andar en bici en esta ciudad con charquitos que resultan ser fallas de 14 metros de profundidad), hasta que nos dieron el nuestro (a mis hermanos y a mi, es algo extraño, pero ahí lo rolamos).
Hoy estábamos en la 'oficina' y llegaron unos señores, estuvieron viendo el coche, y de repente mi padre me dijo: traeme una bolsa. Sacamos las cosas; ya lo había vendido.

Ahora no se que hará, comprar otro coche; dice que tal vez una motito, que ya no necesita más, se mueve mucho caminando y en su bici (la cual tuve en mi poder algunos meses debido a que la mía estaba descompuesta, hasta que me acusó con mi mamá -jejeje- tuve que devolvérsela y reparar la mía).
Estaba algo triste, yo también, va a ser extraño llegar a la casa y no verlo en su lugar de siempre, estacionado, como cada día que llegué a mi casa desde que me acuerdo.

Mi abuelo, más o menos a la edad que tiene hoy mi papá, dejó de manejar. Un día decidió nunca más y así vivió por más de 30 años. Extraños ciclos.

No Cars Go de The Arcade Fire