viernes, abril 29, 2011

Tomé el libro. Lo abrí. Ahí estaba:

"-Allí -le dijo-; escucha.
El muchacho escuchó no un resonante coro fuerte y presuroso sobre el rastro libre, sino unos ladridos afanosos una octava demasiado altos y con algo más que indecisión y aun cobardía que él todavía no podía reconocer, reacios, algo que ni siguiera se movía muy de prisa, que tardaba mucho tiempo en desvanecerse en el oído, dejando luego en el aire ese eco de sutil y casi humano histerismo, despreciable, casi lastimero, y con nada por delante, ninguna sensación de una forma color de humo en fuga e inadvertida."
El Oso, William Faulkner


Llevo dos horas y media escuchando al mosquito, lo he tenido dos veces cerca y no lo puedo agarrar. Desaparece justo delante de mis ojos.
Intenté dormir y no pude, algo tiene este que ese zumbido retumba en mi cabeza y me pone a pensar y pensar y pensar y no poder dormir.

Sigo esperando atento a que diga algo. Y seguiré transmitiendo todo el tiempo.

2 comentarios:

Saudadinho dijo...

Si sigues de marro te va a hablar hasta la virgen.


-monitt

Manolo dijo...

pues algo me dirá... yo sigo esperando