you're drunk you silly old fool, still you can not see

Muchos ya lo saben, estuvieron ahí, otros muchos no estuvieron, y otros tantos no lo saben.
El pasado 15 del presente mes, (que cagado se oye eso), fue mi cumpleaños, y lo celebré, o mejor dicho, fui celebrado el 13.
Fui celebrado porque yo no me acuerdo.
Tengo recuerdos vagos, ... (pausa por la coincidencia, en estos momentos empezó a sonar una bonita canción que habla sobre mi estado aquel día, bueno, muchos días, pero más ese día, Seven Drunken Nights, versión de los Flogging Molly, casi fueron las 7, pero no, ya estoy muy viejo para eso, o muy joven, o muy pobre. Martes de mezcales, jueves de pizzas, viernes-sábado de fiesta, domingo de concierto y lunes de concierto).

Los últimos recuerdos que tengo fueron de estar brindando con mi tarro vacío, después de haber tirado varios mililitros sagrados de cerveza al piso y todos haciendo que siguiera brindando, pero yo ni en cuenta de que ya ni traía chupe.
Lo siguiente que recuerdo fue despertar con mucha hambre, descubrir que en los brazos tenía mensajes de felicitación por parte de mis amigos, después descubrí que también en la espalda. Que detalle caray. No tenían para tarjetas, pero siempre está la piel del festejado inconsciente para demostrarle la amistad.
Mientras la persona más a toda madre del mundo preparaba mi desayuno salí a comprar mi acostumbrado periódico sabatino, todavía medio borracho, con la cara de borracho, pelo de borracho y andar de borracho regresaba a casa de Ana, y me encontré a mi maestra de Geoquímica (que como saben vive dos pisos arriba), y desde lejos me vio y me dijo: qué tal estuvo la fiesta?, yo no tuve de otra más que decir, bien bien, pero ella se apuró a contestar que estaba bien, que no había problema, que pudo dormir y que hasta le gustó la música que hubo. Aunque yo no recuerdo haberle subido mucho, la verdad no me gusta molestar a los vecinos, ya tendrían suficiente los viejitos de abajo con tanto zapateado, tal vez fue cuando yo ya estaba 'refrescándome' a esas horas de la madrugada cuando a mis primos se les bota la canica y hacen de las suyas con la música. Ya aprenderán un día, el karma los castigará. Mi amigo Earl me lo enseñó.

Y pues eso es lo que recuerdo de mi cumpleaños.
Claro, y la comida que preparó Ana, el jamoncito con queso, champiñones, la pizza, el pie y todo lo demás que no probé.
Gracias a Edu por las pasitas. Culpables de mi repentino abandono.
Gracias a los que fueron.
Gracias a los que fueron que yo no conocía y los conocí por las fotos.
Gracias a los que avisaron que no iban.
Y gracias a ti que leíste hasta aquí.