El veredicto es...

Se supone que debes ir al dentista por lo menos dos veces al año.
Yo voy cada dos años. Aunque hace tres que no iba.
Si. Hoy fui.
(Siguiendo con los tiempos)
Todo empezó hace unos meses. En una muela sentí que se empezaba a quedar comida, algo extraño, nunca me había pasado.
Hace unas semanas empezó una hinchazón en las encías y un poco de molestia, duraba unos dos días y desaparecía, pero lo de la comida ya era cosa de todos los días.

Tuve que llamar a mi dentista.

Una muela del juicio está empujando mis dientes hacia adelante.
Próximamente tendrán que sacarme esa muela del terror para evitar quedar con los dientes inferiores como los de mi padre, -según me dijo la doctora, a él le pasó lo mismo, pero no lo arregló cuando debía, ahora sus dientes son, digamos, chistosos-.

Posteriormente de la revisión de la muela salvaje, me dijo: -¿puedo criticarte?
-Adelante
Empezó a tocar con el pequeño garfio (es increíble cómo nos da terror un pequeño ganchito -por nuestro bien- cerca de nosotros que un gigantesco trascabo trabajando a unos metros, manejado por sujetos que no deberían manejar esas enormes herramientas y que en cualquier momento podrían equivocar de mando y aplastarnos o simplemente arrancarnos la cabeza, y no tener miedo, es más, quedarnos viendo admirando la supuesta agilidad de manejador y el poder de la máquina), bueno, decía... revisando mis dientes con el piquito ese, y como cada vez que voy y me dice lo mismo: tienes muy bien tus dientes, no necesitas nada. No eres negocio.

Regresé a casa con una -presuntuosa- sonrisa en la cara.

Por lo pronto, mientras puedo cantar, cantaré, hasta que...