Weird Fishes

Hace unos quince años, cuando iba a dar la vuelta en la tarde después de la escuela. Salía en la bici, pasaba por el parque, algunas bajadas que hay por mi casa, brincaba por ahí y pasaba a la tienda de animales. Desde que vi la pecera de un amigo me dieron ganas de tener una. Le pedí a mis padres, pero sólo me dijeron: si la quieres la compras tu.
Ahorré y mandé a hacer mi pecera, según yo salía más barato. Y sí, el de la vidriera es amigo de mi padre y me regaló la pecera, nada más faltaban los peces. Compré dos, no alcanzaba para más, me regalaron una plantita artificial y alimento. Eso fue suficiente. Se debió haber vuelto una de las peceras más prolíficas de la historia, llegué a tener unos 40 peces.
Cuarenta peces increíblemente aburridos. Fueron unos dos años. Los peces no hacen nada y yo tampoco. La pecera se empezó a poner muy verde, pero los peces felices seguían y seguían reproduciendo. Extraños peces, se dejaban agarrar, sacar del agua. Sabían que los regresaría.
De haber sabido que alguien inventaría algo como esto los conservaría...