Sto Domingo "mercado-poseo"

La ciudad se mueve demasiado rápido.
Hoy regresé, pero siento que estoy a otra velocidad, veo a la gente, coches, relojes que se mueven muy rápido. No puedo cruzar la calle sin sentir que todos los coches pasarán sobre mi.
Después de tantos días en aquellos lugares lejos de todo. Aquel pueblito donde no había más de cien habitantes, no se ve a nadie en la calle durante el día debido al calor. La gente sale al amanecer al campo a trabajar, regresan al atardecer, pedaleando sus grandes bicicletas, buenas tardes dicen todos cuando pasan, mientras nosotros caminábamos de regreso al campamento. Todo esta cerrado. Excepto las tienditas, en total tres. En ese pueblo hasta la iglesia estaba cerrada, solo se abre en domingo, una misa y listo. Felices ateos. Del altavoz palacio municipal salía música todos los días de las ocho a las nueve de la mañana y de las siete a las ocho de la noche. Típicas canciones monoaurales que se escuchaban como de otro tiempo, como el sonido de las guilotas cuando aletean para volar, me obliga a voltear a verlas inmediatamente y seguirlas al vuelo, sobre todo en la tarde, pero sobre todo salían al amanecer. También salíamos poco después del amanecer. Primero un desayuno fuerte, preparar lo que comeremos a las dos, hora de comida impuesta por aquel sujeto también llamado profesor, unas tristes latas para tres sujetos, esos éramos. Una cuchara de plástico semi rota, seis piezas de pan y cuatro litros y medio de agua, apenas suficiente para bajar la sensación de los treinta y cinco grados, ni una nube y mucho menos un arbolito para cubrirse del sol.
Después de dos semanas ya no te importa. No te importa no haberte bañado en seis días. El olor (mejor conocido como "la ardilla" en aquellos lugares) tampoco importa, bueno, excepto el de Bernal, que su ardilla de verdad estaba podrida, o como se dice en las lomas de clásticos: le rechinaba la ardilla.
Cosas extrañas que empezamos a decir cuando se esta tantos días al sol, durmiendo en el piso, esperando que el sol sea tapado por los montes, significa que son las seis y el camión pasará pronto por el camino, debíamos salir rápido de la barranca o río seco en el que estuviéramos y esperar a que llegara el camión. Pero alguna vez no llegó.
Caminamos 10 kilómetros con la Luna en nuestra nuca iluminándonos el camino.

El significado de felicidad es extraño, tanto el camión pasando a las seis para llevarte al campamento, como sentarte en la pequeña tienda y pedir un mezcal, o cuando se acabó, un aguardiente. Con una medida era suficiente para regresar a trabajar con los datos obtenidos en el día. Horas después, después de medio lavar los platos de la cena, a dormir. Hasta que el gallo canta a las cinco de la mañana. Luego a las seis.
Al segundo canto me levantaba. Prendía la estufa, preparaba la cafetera, se hacía el café y pateaba la tienda de mis compañeros de brigada para que se levantaran. Preparaba el desayuno, desayuno fuerte, preparar lo que comeremos a las dos...