Cada semestre es lo mismo. Ellos se empeñan en que yo no acabe la carrera. Soy paciente. Y mientras espero, viendo como se cierran grupos y se acaban vacantes contaré uno de los días de la práctica, sobre todo las partes divertidas, porque no creo que les interese saber como se mide una columna estratigráfica a detalle.
Día 4
Me levanté hasta las 6.45, seguía cansado del día anterior; cuando regresábamos a buscar el camión nos encontramos al profesor, nos dijo que era todo por hoy, que podíamos ir avanzando al campamento y que el camión nos alcanzaba. El Tejas Toni dijo: el último en llegar al campamento lava los platos. Así empezamos, Bernal, TT y yo a caminar cual 50km de marcha en las olimpiadas, hasta que dije: aamonos, y empecé a correr, todavía con la cámara en la mano derecha, libreta en la izquierda y la mochila atrás. Los otros me seguían. Empecé a sacarles ventaja. Unos 50 metros hasta que deje de escucharlos, corríamos por el camino de terracería, rodeando los cerros para llegar al pueblo, cuando volteé los malditos estaban cruzando por el cerro, hacia abajo, solo se dejaron caer, me quedé parado, tardé en reaccionar si seguir corriendo por el camino o bajar como ellos. Me aventé. Nos ahorramos unos 500 metros de camino, pero ahora ellos me llevaban ventaja, pero ahora era de subida. Los alcancé, pero el Tejas toni me la aplicó de nuevo y se salió del camino, tomó una veredita que subía muy empinada, lo seguí, pero la ventaja era absoluta. Lo veía de lejos cuando volvimos a tomar la terracería, pero ya no hice más por alcanzarlo, ahora me cuidaba de que Bernal no me alcanzara. Él lavaría los platos.
El camión nunca llegó. El profesor decidió que irían a otro lugar, todo el grupo fue. Menos nosotros. Al final del día nos echó la culpa de que hacemos lo que queremos y muchas otras idioteces. Fue el inicio de cierto odio/envidia que nos tenía. Duro, pero al final...
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Después de preparar mi café, los patié y se lavantaron. No hice desayuno, tomamos unos fruti lupis y salimos a trabajar.
Subimos el cerro "la Colorada", hace honor a su nombre, el color debido al óxido de hierro, parece que estas en las laderas del monte Olimpo en Marte (muy en las laderas, ese volcán mide 27km de altura), nosotros habremos subido unos 600-700 metros, tomando muestras y esas cosas raras de geología.
Regresamos temprano, se suponía que habría una fiesta en el pueblo por el cambio de presidente municipal. No hubo tal. Fuimos al campamento y preparé una sopa de papa en lo que Bernal hacía de las suyas con el spaghetti, su especialidad.
Terminando de comer fuimos al pueblo a jugar futbol. Después de una cascarita entre nosotros nos hicieron la reta los locales. Sus edades oscilaban entre 15 y treinta y tantos. Su peculiar manera de jugar nos hacía cagarnos de risa por lo que decían y hacían. Patadas voladoras para rematar, taquitos de fantasía, choques en los que salían volando como si hubieran chocado contra un defensa alemán. Su mejor jugador usaba huaraches, cuando escuchabas el
chac chac chac de su suela de llanta sabías que sacaría el disparo por algun lugar y como no hay luz era gol seguro, solo las estrellas, la luna era una uña todavía, el balón apenas se veía, uno esperaba el balón, estiraba el pie pero el balón pasaba a unos centímetros, una especie de efecto óptico por la oscuridad o simple cansancio.
Nos dieron una paliza.